- Te acompañamos en los primeros mil días de tu bebé
- Te acompañamos en los primeros mil días de tu bebé
- Te acompañamos en los primeros mil días de tu bebé
- Te acompañamos en los primeros mil días de tu bebé
- Te acompañamos en los primeros mil días de tu bebé
Embarazo, puerperio y maternaje: cuidar a la madre, es cuidar el vínculo temprano
Lo primero que es importante entender, es que la maternidad no es instintiva.
La concepción de la maternidad como instintiva, es la primera idea que hay que deconstruir para empezar a comprender la importancia de cuidar a la madre durante el embarazo, el puerperio y los primeros años de vida del niño o la niña.
El maternaje es una posición psíquica a la que se llega o no se llega.
Una mujer, más allá del hecho biológico que le permite ser progenitora, llega al proceso del maternaje a partir de las distintas experiencias que pudo ir resignificando de su propia historia, y de la historia con su propia madre. Por este motivo, es tan importante deconstruir la idea y la mirada sobre la maternidad como algo instintivo.
El proceso de maternaje lejos está de ser ideal, y es un proceso que se va instaurando con el correr de los días, es una posición psíquica que se va armando y que no necesariamente se logra.
Cuando la mujer, además de progenitora, logra llegar a la posición psíquica del maternaje, es cuando puede encontrarse con su bebé recién nacido/a y alojarlo/a como hijo o hija. Para que esto sea de manera más cuidada, el entorno tiene que poder acompañar y cuidar las necesidades de la madre.
El entorno cuida a la madre a partir de entender sus necesidades emocionales; a partir de entender que el embarazo en sí mismo no sólo genera cambios físicos y hormonales, sino que también genera cambios psíquicos, por lo tanto, es necesario entender al embarazo como una crisis vital y evolutiva.
La mujer, para poder convertirse en madre, debe llegar necesariamente a la posición psíquica del maternaje, y en el encuentro con el niño o la niña, alojándolo como hijo o hija, desarrollar las competencias maternales que le permitirán al niño o la niña no solamente nacer biológicamente sino también psíquicamente. Es decir, la madre no sólo gesta biológicamente, sino que, en sus propios procesos intrapsíquicos, también gesta psíquicamente al niño o la niña.
Por eso, la maternidad no es algo instintivo.
Cuando hablamos del embarazo y la maternidad como una crisis vital, es importante entender que dicha crisis puede ser ubicada como algo circunstancial o vital, que puede darse en conjunto con otras crisis: crisis familiares, crisis sociales en las cuales la madre está inserta, crisis personales, entre otras.
Es muy importante entender que la persona en crisis puede sentirse atada o incapaz de abordar situaciones que sean nuevas.
Entonces, cuando hablamos de una crisis vital evolutiva, entendemos que la maternidad ya es una crisis suficientemente importante.
Una crisis por la que la mujer atraviesa, y tiene que instrumentar recursos y estrategias de afrontamiento para atravesarla lo mejor posible.
Si a esa crisis vital (que, en el mejor de los casos, es en una situación amena, acompañada, sin problemas mayores) se le agregan otras crisis del entorno, como situaciones familiares o de pareja, o crisis sociales, estamos ante una situación en donde la maternidad y la posición del maternaje van a presentar mayores dificultades para ser alcanzadas.
Con lo cual, según cómo ayudemos a una mamá recién nacida (porque vamos a hablar también de una mamá recién nacida, porque una mamá siempre nace, más allá de la cantidad de hijos que tenga, ya que existen tantas madres como hijos o hijas tenga una mujer) serán sus posibilidades de alcanzar con mayor o menor éxito, la posición del maternaje, y las competencias maternales que dicha posición habilita.
Entonces ¿cómo ayudar a la mamá?
En el momento del puerperio es importantísimo incrementar el nivel de confianza en ella, hacerla sentir valiosa respecto de lo que está haciendo con su bebé, reafirmarla, y en caso de brindarle recursos, hacerlo con delicadeza y no como imposición.
Los consejos siempre son bienvenidos, y permiten formar parte de una comunidad de crianza, pero cada madre hace su propio camino.
La elaboración de la crisis que implica la maternidad, se relaciona con los factores personales, pero también con los grupales, es decir, con el grupo al cual la mamá pertenece, para generar actitudes creativas que le permitan hacerle sentir que es posible hacer algo importante en relación a todo esto que está aconteciendo al momento del nacimiento.
Es fundamental poder acompañar a la madre en este sentido, reafirmarla, entender que está en crisis, entender que en el momento del puerperio, la madre está en duelo respecto de su propio cuerpo, de las posiciones ocupadas hasta el momento (mujer, pareja, hija, profesional), en duelo por su bebé a quien imaginó y soñó, frente al encuentro con el real y las demandas masivas y la dependencia absoluta que el hijo o hija tiene con la madre, que está surgiendo como tal, con un cuerpo que sigue en revolución hormonal y en recuperación.
Simultáneamente a todos estos procesos, la madre tiene que poder ir decodificando las necesidades de su bebé, para acompañarlo lo mejor posible en su crecimiento físico y psíquico.
Para ello, la madre tiene que pasar por la etapa de “Preocupación Maternal Primaria” como la conceptualiza Donald Winnicott, donde la madre se identifica masivamente con su bebé, lo que le permite entender y decodificar todas las necesidades, para poder satisfacerlas lo más asertivamente.
Por lo tanto, es vital acompañar a la mamá de manera comunitaria, poder estar presente para entender sus emociones y reafirmarla.
Durante los siete años que conviví con la comunidad Wichi, en el norte de la provincia de Salta, Argentina, pude entender la importancia de la crianza comunitaria: cuando una madre necesita ir al pueblo, el niño o la niña siempre queda portado por otra mujer de la comunidad. Los wichis portan en una tela a sus bebés, hasta los dos años de vida. La importancia de ser portado o portada, para el bebé es fundamental, ya que hay un cuerpo siempre presente que acompaña y sostiene su desarrollo y su estado emocional. Las madres Wichis portan a su bebé todo el tiempo. Mientras que llevan a su bebé de esta manera, el contacto corporal y visual es permanente.
Por eso, es tan importante acompañar el proceso del maternaje como una tarea comunitaria. Porque en la crisis vital y evolutiva de la maternidad, siempre aparecen otras crisis que acompañan: familiares, sociales, económicas, de pareja, con otros hijos, o a veces, el embarazo mismo y la maternidad, se vuelve un evento significativo, ya sea por dificultades prenatales, o dificultades neonatales, que requieren la disponibilidad absoluta de la madre.
Un maternaje saludable, conduce directamente a un vínculo saludable con el niño o niña. Una madre disponible, acompañada y contenida, ayuda a crear el vínculo con el niño o la niña de manera disponible pudiendo traducir los sus estados emocionales de manera disponible, estando atenta a la necesidad de creación de vínculo que también lleva adelante el niño o la niña.
La creación del vínculo no es unidireccional, no va del adulto a la bebé o el bebé, es bidireccional, cada bebé crea de manera activa el vínculo, y eso se le vuelve exitoso si en la experiencia hay una madre disponible para decodificar y traducir.
Y una madre disponible, es una madre que cuenta con recursos propios y ajenos para elaborar la crisis vital y evolutiva del embarazo y de la maternidad, acompañada, reafirmada y cuidada por el entorno que, de este modo, facilita y promueve que ella pueda alojar físicamente, y sobre todo psíquicamente, a su bebé que acaba de nacer, con avidez de vínculo con ella.
Cortito y al pie:
La maternidad no es instintiva.
La posición psíquica del maternaje permite que en una progenitora surja una madre.
Dicho surgimiento y el desarrollo de sus competencias parentales, están directamente asociados al entorno que acompaña, cuida, valida y reafirma.
El vínculo madre-bebé no es unidireccional, sino que cada bebé participa activamente de la construcción del vínculo.
Para que dicho vínculo sea vivido por el bebé o la bebé como una experiencia satisfactoria, del otro lado tiene que haber una madre disponible y “devota” de sus cuidados.
Para que mamá y bebé se encuentren y se alojen, la mirada y el cuidado del entorno tienen que estar completamente puestos en la madre que cumplirá la función de Yo auxiliar, de un bebé o una bebé cuyo psiquismo es incipiente y en formación.
Una mamá saludable emocionalmente, propiciará un vínculo saludable con su bebé, y dicho vínculo será la piedra angular del desarrollo emocional, que propiciará la salud mental de quien acaba de nacer.
Canción “El Viaje"
AUTORA:
Lic. Aurora Lucero
Psicóloga
MN: 40.608