La importancia de las redes de cuidado en el desarrollo infantil

Lo que necesitás saber:

  • El bienestar y el desarrollo saludable de un niño/a se ven enriquecidos por el contacto con una variedad de vínculos sociales, que exceden a la relación mapadres e hijos/a.

  • Los primeros años de vida revisten de una particular importancia para el desarrollo del cerebro.

  • Además del evidente y crucial rol de los/las cuidadores/as principales, adoptar un enfoque de red que incluya a abuelos/as, amigos/as de la familia y otros/as cuidadores/as es recomendable.

  • Las redes de apoyo social de la familia tienen un impacto significativo en el desarrollo socioemocional de los niños/as.

  • Fomentar una red de apoyo social amplia y diversa no solo beneficia a los niños/as en su desarrollo cognitivo y emocional, sino que también crea un entorno más positivo y enriquecedor para todos los/las involucrados.

El desarrollo del cerebro de los/las bebés y de los niños/as es un proceso fascinante y complejo. Si bien es innegable la importancia del rol de los mapadres y cuidadores principales, también es importante reconocer que el bienestar y el desarrollo saludable de un niño/a se ven enriquecidos por el contacto con una variedad de vínculos sociales, que exceden a la relación mapadres e hijos/as. La creencia, muchas veces culposa, de que la red de cuidado debe ser exclusivamente maparental limita las oportunidades de aprendizaje y crecimiento emocional que ofrecen otros adultos en la vida del niño/a.

Desde el nacimiento, el cerebro de un niño/a se encuentra en una etapa de rápida expansión y adaptación. En los primeros tres años de vida, el cerebro puede triplicar su tamaño, alcanzando el 80% del volumen del cerebro adulto. Para cuando tiene tres años el cerebro del niño/a ya ha formado 1000 billones de conexiones, desarrollando en los primeros meses de vida casi mil sinapsis por segundo. Así, es innegable que los primeros años de vida revisten de una particular importancia para el desarrollo de este órgano que es quien sostiene las habilidades que nos permiten ser quienes somos. 

Una relación segura con los cuidadores principales permite al niño/a explorar nuevas relaciones sociales. Además del evidente y crucial rol de los cuidadores principales, adoptar un enfoque de red que incluya a abuelos/as, amigos/as de la familia y otros cuidadores es recomendable. Las redes sociales de los mapadres también juegan un papel vital en el proceso de crianza. Los miembros de estas redes no solo ofrecen apoyo emocional y práctico a los mapadres, sino que también sirven como modelos de conducta para los niños/as, fortaleciendo su competencia social y sus habilidades interpersonales.

El impacto de estas redes extendidas se vuelve más frecuente e importante a medida que avanza el desarrollo del niño/a. A medida que crecen, las interacciones con otros niños/as y adultos enriquecen sus experiencias cognitivas, estimulan el desarrollo del lenguaje y ayudan a flexibilizar estereotipos. Por ejemplo, la exposición a personas de diferentes generaciones puede reducir los prejuicios asociados a la edad, fomentando una comprensión más amplia e inclusiva del mundo.

Las redes de apoyo social de la familia, que pueden incluir a miembros de la familia extendida, amigos/as y cuidadores, tienen un impacto significativo en el desarrollo socioemocional de los niños/as. A través de diversos mecanismos, como el apoyo social, el control social y la influencia social, estas redes contribuyen a la formación de hábitos, comportamientos y actitudes en los/las más pequeños/as. La protección y el respaldo que brindan no solo benefician a los niños/as, sino que también reducen el estrés maparental. Cuando los mapadres cuentan con una red de apoyo sólida, se sienten menos abrumados/as y más capacitados/as para ofrecer un entorno familiar positivo. Esto, a su vez, favorece un desarrollo saludable en los niños/as, creando un círculo virtuoso de bienestar.

Es esencial también considerar cómo el entorno afecta la configuración cerebral del niño/a. Desde el momento en que nace, cada nueva experiencia activa conexiones neuronales, y la repetición de estas experiencias fortalece esas conexiones. La capacidad del cerebro de adaptarse y aprender de su entorno es asombrosa, y las experiencias enriquecedoras proporcionadas por una red diversa de cuidadores pueden estimular significativamente el desarrollo cognitivo. Por ejemplo, los/las niños/as que interactúan con diferentes adultos y otros niños/as tienen más probabilidades de desarrollar habilidades lingüísticas y sociales avanzadas.

En resumen, el desarrollo que ocurre en la primera infancia es crucial para el bienestar de nuestros hijos/as. Al desmitificar la creencia de que la red de cuidado debe ser exclusivamente maparental, podemos abrir la puerta a una rica variedad de experiencias y aprendizajes que son vitales para el crecimiento saludable del niño/a. 

Fomentar una red de apoyo social amplia y diversa no solo beneficia a los/las niños/as en su desarrollo cognitivo y emocional, sino que también crea un entorno más positivo y enriquecedor para todos los involucrados. La colaboración entre cuidadores y la participación activa de la familia y la comunidad son elementos esenciales para asegurar que cada niño/a tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.

La red de vínculos no solo juega un papel crucial en la primera infancia, sino que su relevancia se extiende a lo largo de toda la vida. Contar con conexiones sociales sólidas tiene un impacto significativo en la salud física y mental, contribuyendo a una mayor longevidad, reduciendo nuestros niveles de estrés y favoreciendo nuestro bienestar. Así, la primera infancia marca desde el inicio la importancia que los vínculos tendrán a lo largo de nuestra vida. 

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