¿Cómo acompañar la angustia?

Lo que necesitás saber:

  • Sostener la angustia es poder acompañar la emoción del niño o la niña desde un lugar de seguridad de nuestras propias emociones como personas adultas. Es enseñarle a atravesar sus estados emocionales y elaborarlos.

  • Los niños o las niñas son un espejo de lo que somos las personas adultas, por eso es tan importante saber qué reflejamos.

Sostener la angustia, significa en primer término, poder acompañar la emoción del niño o la niña  desde un lugar de seguridad de nuestras propias emociones como personas adultas. Sostener la angustia del niño o la niña es enseñarle a atravesar sus estados emocionales y elaborarlos. 

La angustia, que lamentablemente goza de mala prensa, es necesaria porque es la que nos permite establecer nuevos giros evolutivos en la subjetividad. Por este motivo, sostener la angustia de un niño o una niña,  es asegurar que va a poder gestionar sus emociones. 

Ahora bien, para poder hacerlo, es la persona adulta cuidadora que funciona como base segura del niño o la niña,  quien tiene que aprender a gestionar sus propias emociones, para sostener y traducir la angustia. 

Un niño o una niña se puede angustiar por diversas razones: 

  • porque tiene miedo

  • porque está cursando algún tipo de enfermedad

  • por un accidente

  • por una pelea con otro/a par

  • por el temor a ir a dormir

  • por la introducción de un límite

  • por miedo a la pérdida del amor de alguien significativo para él 

Lo importante es la función de la persona adulta cuidadora que pueda sostener dicha angustia. Podemos tomar como ejemplo el avión y dos situaciones que ejemplifican lo que le sucede al niño o la niña cuando ve que su angustia, angustia a la persona adulta referente. 

El primer ejemplo: si de repente vamos en un vuelo y empieza a generarse turbulencia y vemos que la tripulación inmediatamente entra en angustia de muerte y desesperación, sin dudas vamos a pensar que no hay posibilidad de supervivencia y nos vamos a angustiar aún más. Ahora bien, si de repente se produce una turbulencia, que nos asusta, que nos angustia y vemos a la tripulación que más allá de la preocupación que esto genera, está tranquila y sostiene la escena, también sentimos tranquilidad.

Segundo ejemplo: todas las personas sabemos que, al iniciar un vuelo, se dan las medidas de seguridad y en esas medidas de seguridad, una de las que se transmiten es que, si despresuriza la cabina, las personas adultas tienen que ponerse primero la máscara de oxígeno, antes de asistir a los y las menores. Este último, es un ejemplo excelente para mostrar que para que un niño o una niña esté bien, primero, una persona adulta cuidadora y confiable tiene que estar bien.

Sostener la angustia implica que, como personas adultas, tenemos que gestionar la propia emoción, para que la angustia del niño o la niña no nos angustie más. Si como personas adultas nos angustiamos ante la angustia del niño o la niña,  entonces el niño o la niña no tiene en quién sentir seguridad y a quién acudir como base confiable vincular, para gestionar la propia emoción. 

Por eso es fundamental saber que si un niño o una niña,  por ejemplo, tiene un accidente que le genera angustia, como personas adultas no tenemos que angustiarnos a la altura de la angustia del niño o la niña. Es importante ordenar la escena y, a pesar de la angustia, no entrar en desesperación, porque primero que hay que dar seguridad es al niño o la niña. 

Si como personas adultas, vemos que el niño o la niña se angustia porque tiene que ir a dormir, podemos darle la seguridad de que no hay peligro ya que está en un lugar seguro (la propia casa), acompañado con las figuras vinculares que lo/la cuidan y velan por su bienestar. Ayudar a atravesar los miedos, es acompañar al niño o la niña en el aprendizaje y adquisición de recursos para atravesar los mismos. 

Si el niño o la niña  está en su casa, su espacio confiable, y con la compañía de sus personas adultas cuidadoras y confiables, no hay motivo para temer. Por eso, es importante enseñarle al niño o la niña a atravesar sus propios miedos, sintiendo seguridad por la presencia de las personas adultas que ordenan la escena y dan seguridad. 

En el límite, el niño o la niña también necesita que se le sostenga la angustia porque un límite implica generar una frustración. Una de las funciones parentales principales es la de ser agente que frustra al niño o la niña,  porque en la frustración es donde va a gestionar la emoción y va a ir aprendiendo a tolerar las pérdidas, lo que le va a dar muchísimos recursos para distintas edades de su vida.

Ante un límite que genera frustración, la persona adulta tiene que poder sostener la angustia del niño o de la niña. Un límite puede durar diez minutos, quince minutos, una hora, cinco horas, o varios días. Durante ese tiempo, la persona adulta puede sostener la angustia transmitiendo seguridad afectiva en el marco de la seguridad que la persona adulta tiene, para que el niño o la niña pueda entender que sus acciones tienen consecuencias. 

Atravesar la angustia le permitirá al niño o la niña tener la evolución subjetiva para poder pensar que sus acciones tienen consecuencias siendo él mismo o ella misma responsable, y en función de eso, llevar adelante acciones más asertivas a partir de la enseñanza que la persona adulta hace del borde y del sostén de la angustia que este borde genera en el niño o la niña. 

Entonces ¿qué significa sostener la angustia?

Significa sostener al niño o la niña porque, en la educación y el acompañamiento de la crianza,  la angustia siempre va a estar presente. 

Como personas adultas acompañamos transmitiendo seguridad: si el niño o la niña tuvo un accidente y hay que ir de manera inmediata al hospital, transmitirle seguridad para que el niño o la niña no viva dicha situación en el desborde del padre y de la madre, como algo del orden de lo traumático. 

Si el niño o la niña tuvo una frustración o una desilusión, transmitirle seguridad de que así como está atravesando la frustración, en un momento, eso también dejará un aprendizaje para poder ejercer acciones más asertivas. 

Si el niño o la niña tiene angustia porque tiene que dormir en soledad, la seguridad que transmita la persona adulta es acto de autonomía para el replegamiento interno más importante que tenemos las personas fuera del estado de conciencia, la seguridad que la persona adulta transmita, es la seguridad que va a tener el niño o la niña para llevar exitosamente el acto de dormir. 

Los niños o las niñas son un espejo de lo que somos las personas adultas, por eso es tan importante saber qué reflejamos. 

Un niño o una niña que se encuentra con una persona adulta segura afectivamente, y determinada en las decisiones de crianza que toma, con recursos para gestionar sus propias emociones, es un niño o una niña que siente a su alrededor contención, organización y compañía. 

Cortito y al pie:

  • Para sostener la angustia del niño o la niña, la persona adulta confiable tiene que poder gestionar las propias emociones y no angustiarse a la par. 

  • La persona adulta y el niño o la niña son un espejo, uno refleja lo que es el otro, por eso es importante comprender que una persona adulta segura, propicia un niño seguro o una niña segura. 

  • Postergar la propia angustia, en función del sostén de la del niño o la niña,  es un acto de generosidad y cuidado.

Ser andamiaje del atravesamiento de la angustia del niño o la niña y de su evolución subjetiva, desde una posición de seguridad, determinación y dulzura, permite al niño o la niña atravesar las experiencias más vitales y significativas.

“Si el amor y la alegría, tienen afinidades esenciales con la dulzura, ¿es porque la infancia guarda su enigma? Porque la dulzura tiene, con la infancia, una comunidad de naturaleza, pero también de potencia”

Anne Dufourmantelle Potencia de la Dulzura

AUTOR:

Lic. Aurora Lucero

Psicóloga

MN: 40.608

sobre bebés

Los más leidos

Compartí este artículo

x