Señales tempranas para detectar trastornos del neurodesarrollo 

El seguimiento regular del desarrollo de un bebé o una bebé es crucial para detectar cualquier señal temprana de posibles enfermedades o trastornos del neurodesarrollo. Las primeras etapas de la vida son un período clave para observar el crecimiento y desarrollo del niño o niña. Realizar chequeos mensuales con el/la pediatra y seguir de cerca sus recomendaciones son fundamentales para identificar problemas a tiempo, permitiendo intervenciones tempranas que pueden mejorar considerablemente la calidad de vida del niño o niña. En este artículo, hablaremos sobre la importancia de estos chequeos y las señales a las que toda la familia debe prestar atención.

Las visitas regulares al o la pediatra durante los primeros años de vida permiten a las familias y profesionales de la salud monitorear de cerca el desarrollo del bebé o la bebé. Estas consultas son oportunidades valiosas para identificar cualquier desviación en el crecimiento o el comportamiento del niño o niña. Al observar hitos como el desarrollo del lenguaje, la interacción social, y las habilidades motoras.

Estas visitas no solo evalúan el crecimiento físico del bebé o la bebé, sino que también incluyen pruebas de audición, visión y desarrollo cognitivo. Las intervenciones tempranas a menudo resultan en mejores resultados para el niño o niña, especialmente en el caso de trastornos del espectro autista donde la terapia temprana puede ser clave para el desarrollo del niño o niña.

Detectar señales tempranas de enfermedades o trastornos es una tarea que involucra a toda la familia. Aquí presentamos algunas de las señales que podrían indicar que es necesario prestar mayor atención al desarrollo del bebé o la bebé:

• Trastornos del espectro autista (TEA): El autismo es un trastorno del desarrollo neurológico que afecta la comunicación, la interacción social y el comportamiento. Algunas señales tempranas que nos dan una alerta son: la falta de contacto visual, no responder a su nombre, no señalar con su dedo para mostrar algo que quiere, juego repetitivo con objetos (alinear, apilar), aleteos o giros en el lugar, mucha sensibilidad a sonidos y texturas, extrema sensibilidad alimentaria, retrasos en el habla o la ausencia de interés en jugar con otros niños o niñas. Estas señales suelen aparecer entre los 12 y 18 meses, pero cada niño o niña es único/a, por lo que es importante estar atentos a cualquier cambio en su comportamiento.

• Retrasos en el desarrollo del lenguaje: El lenguaje es una de las áreas más importantes para monitorear. Si el bebé o la bebé no balbucea para los seis meses, no dice palabras simples para el primer año o no comienza a formar frases cortas a los dos años, esto puede ser un indicio de un retraso en el desarrollo del lenguaje que requiere una evaluación más detallada.

• Problemas en el desarrollo motor: Las habilidades motoras también son un aspecto clave del desarrollo infantil. Señales de alerta pueden incluir la incapacidad de mantener la cabeza erguida, dificultad para sentarse sin apoyo a los nueve meses o la falta de interés por gatear o caminar.

• Problemas de visión o audición: Si el bebé o la bebé no parece seguir objetos con los ojos, no reacciona a sonidos fuertes o no parece notar a las personas o cosas a su alrededor, esto puede ser una señal de problemas visuales o auditivos que deben ser evaluados por un especialista.

La familia juega un papel central en la identificación de señales tempranas. Al observar el comportamiento del bebé o la bebé en casa, en el parque o en interacciones cotidianas, la familia puede notar cambios sutiles que podrían no ser evidentes durante una consulta pediátrica. Es importante compartir estas observaciones con el/la pediatra durante los chequeos mensuales, para que puedan realizarse evaluaciones más profundas si es necesario.

Es útil llevar un registro del desarrollo del bebé o la bebé, anotando hitos importantes como las primeras palabras, cuándo comenzó a gatear o caminar, y cómo interactúa con su entorno. Este registro puede ayudar a los y las pediatras a tener una visión más completa del desarrollo del niño o niña y detectar señales de alerta con mayor facilidad.

Si se detecta alguna señal temprana de un trastorno las intervenciones tempranas pueden marcar una gran diferencia en el pronóstico del niño o niña. En el caso del autismo, por ejemplo, las terapias de intervención temprana que se centran en la mejora de las habilidades sociales, de comunicación y motoras pueden ayudar a los niños y niñas a alcanzar un desarrollo óptimo.

Programas de terapia ocupacional, terapia del habla, y servicios especializados en el desarrollo infantil están diseñados para apoyar al niño o niña desde etapas tempranas. Estas intervenciones son más efectivas cuando se inician lo antes posible, por lo que la detección temprana es fundamental para garantizar el acceso a estos recursos.

Detectar señales tempranas de posibles enfermedades o trastornos como el autismo es esencial para asegurar que los niños y niñas reciban las intervenciones necesarias a tiempo. Los chequeos mensuales son una herramienta valiosa para monitorear el desarrollo del bebé o la bebé y detectar cualquier desviación del desarrollo típico. Toda la familia puede colaborar en este proceso, observando de cerca el comportamiento del niño o niña y compartiendo cualquier inquietud con el/la pediatra. Con un enfoque preventivo y una vigilancia constante, podemos asegurarnos de que cada niño y niña reciba el apoyo necesario para un desarrollo saludable.