Escolarización: Cómo transmitir seguridad al niño y hacer de la experiencia escolar, una experiencia enriquecedora y significativa.

Los datos más importantes de esta nota son:

  • La institución tiene que dar tranquilidad a padres y madres, estar alineada a los cuidados que ellos ya dispensan al niño o niña, y también estar en concordancia con las enseñanzas cotidianas que les transmiten.

  • Es importante que el compromiso para el estudio se forme en casa.

  • El modo en que transmitamos seguridad al niño o la niña al momento de ingresar al mundo educativo, es el modo en que el niño o niña abordará dicha experiencia.

Para comprender el lenguaje de los otros, no es suficiente comprender las palabras; es necesario entender su pensamiento.

Lev S. VigotsKy 

Pensar en la escolarización, es pensar en la salida del niño o niña del hogar a lo comunitario. 

La institucionalización del niño o niña en los primeros años de vida, es la primera experiencia fuera del hogar, por ende, elegir la escuela como espacio en el que el niño o niña pasará la mayor cantidad de sus horas de vigilia, es un hecho trascendental e importante para los padres. 

Es importante tener en cuenta que, en la escuela, el niño o niña, más allá del tipo de jornada que se elija (simple o completa), pasará mucho tiempo conviviendo con otros niños o niñas y con otros adultos, en el marco de múltiples desafíos.  

En sus horas de vigilia, gran parte de estas estarán destinadas a poder convivir y adaptarse a las diferentes situaciones que acontezcan en la institución. 

Ahora bien, cuando el niño o niña sale del hogar a lo comunitario en el contexto de la escuela, reactiva todas las seguridades o las inseguridades que se han formado en él, al principio del vínculo con sus primeros objetos de amor, o con sus primeros cuidadores.

Por este motivo, se vuelve tan importante darle al niño o niña la suficiente seguridad al momento de empezar su trayectoria escolar, más allá de que se trate de los primeros años, incluso del maternal. Especialmente, los niños o niñas chiquitos reflejan la emocionalidad de la madre. Por este motivo, según sea la seguridad que la madre transmita, será la seguridad que va a sentir el niño o niña (más aún si es más pequeño), de entrar en un nuevo ámbito, el cual se le vuelva disfrutable y plausible de ser explorado y descubierto.

Es importante que los padres estén seguros del lugar donde envían al niño o niña, y se sientan tranquilos y confiados en dicha institución.

No siempre se trata de buscar instituciones grandes y de trayectoria, o aquella que tiene la mejor oferta académica en función del “futuro” de los niños o niñas, sino más bien buscar la institución que tenga, primero y principal, la mirada puesta en el acompañamiento personal y humano de los niños o niñas. Y que no sólo sea una mirada institucional, sino que también sea la mirada comunitaria de quienes envían allí a sus hijos/as. 

La institución tiene que ser la institución que les dé tranquilidad a padres y madres, no sólo porque se alinea a los cuidados que ellos ya dispensan al niño o niña, sino también porque está en concordancia con las enseñanzas cotidianas que los padres transmiten a sus hijos o hijas.

Muchas veces, dichas instituciones pueden ser un colegio de barrio, un maternal chiquito, donde la centralidad de la mirada está puesta en los cuidados y el acompañamiento personal a los niños o niñas.   

La trayectoria escolar deja huellas que permiten tener un vínculo más agradable con el estudio, motivando a los niños o niñas, de este modo, a convertirse en sujetos activos del aprendizaje. 

En la escuela, el niño o niña pasa la mayor cantidad de horas de vigilia, y es importante que puedan estar en un lugar de contención y acompañamiento, no solamente en lo académico, sino también en lo emocional y afectivo.

Por ende, más allá de la propuesta educativa que tenga la institución, lo importante es elegir una propuesta de acompañamiento personal al niño o niña y a lo que le pasa.  

Finalmente, el estudio es la primera forma que tenemos de educar la voluntad, y más allá de la propuesta educativa y académica de una institución, lo que suceda con el estudio y cómo lo lleve adelante un niño o niña o un/a adolescente, está directamente relacionado a cómo fue incorporado el concepto de voluntad, responsabilidad y compromiso por ese niño o niña en su hogar.

Un niño o niña que aprendió a comprometerse con el estudio con responsabilidad, entiende que el estudio es un acto voluntario, al que hay que predisponerse para que funcione.

Un niño o niña que logró incorporar esto en la crianza que viene desde la casa, no importa cuál sea la propuesta académica de la institución, va a ser un niño o niña que va a poder tener motivación para el aprendizaje, y compromiso para poder estudiar y aprender lo que sea que le propongan.

Por eso, es importante que el compromiso para el estudio se forme en casa. El estudio vivido como un primer ejercicio de la voluntad con responsabilidad y compromiso, nos predispone a desarrollar las mismas facultades para el resto de las obligaciones que tengamos en la vida.

El modo en que transmitamos seguridad al niño o la niña al momento de ingresar al mundo comunitario, mediante la institución educativa, es el modo en que el niño o niña abordará dicha experiencia. 

La forma en la que hablemos de la institución y sus actividades, la forma en que la describamos, irá inscribiendo en el niño o la niña el deseo de conocer ese lugar como un espacio de convivencia agradable, seguro y de contención. Entonces, el niño o la niña va a poder atravesar esa separación del hogar hacia lo comunitario en un contexto de seguridad.

Un niño o una niña que ve seguro a su persona adulta confiable, respecto del lugar en el que lo inserta, será un niño o una niña seguro/a para poder explorar un nuevo espacio en el cual, reactivará y reeditará a esa figura vincular de seguridad con la que viene creciendo desde que nació.

Todas estas son las implicancias de poder transmitirle al niño o la niña y construir con un vínculo seguro y de contención.

La escuela es un lugar en donde el niño o la niña pone en acto todo lo que vive en su ámbito familiar. Un niño o una niña seguro/a en la escuela, que se adapta, que cumple con los distintos requerimientos que va teniendo en el espacio educativo, es un niño o una niña que vive del mismo modo su ambiente familiar.

Un niño o una niña que, por diferentes motivos, vive de manera persecutoria su espacio familiar, del mismo modo, va a poner en acto en la escuela estas mismas situaciones mediante comportamientos Disruptivos, con poca atención para el estudio, con aburrimiento o con la misma escuela como un lugar persecutorio.

Volvemos siempre a lo mismo: un vínculo seguro y confiable, permite al niño o la niña reactivar dicho vínculo en todos los ámbitos en donde se encuentre, volviendo y significando todos los lugares y los espacios donde despliega sus actividades, como lugares y espacios disfrutables, para ser explorados y aprendidos.

Cortito y al pie:

  • El niño o la niña pasa la mayor parte de sus horas de vigilia en la institución que elegimos para su trayectoria escolar. 
  • Esto significa que debemos elegir la institución que nos dé la tranquilidad y la seguridad de que el niño o la niña, allí disfrutará y sentirá motivación para asistir y permanecer.

  • Es preferible privilegiar, al momento de la elección institucional, un jardín o colegio que priorice el cuidado humano, afectivo y personal, ya que estudiar es un acto voluntario que depende del niño o de la niña, más que de la institución a la cual asiste.

  • El estudio como acto voluntario se nutre del compromiso y la responsabilidad que el niño o la niña aprende y asume en lo cotidiano del hogar y luego reactiva en la motivación de asistir y pertenecer a la institución educativa. 

  • Los vínculos seguros y confiables, así como los límites que lo organizan y que el niño o la niña interiorizó en la primera etapa de su desarrollo, es lo mismo que el niño o la niña reactivará y reeditará en la Institución educativa. 

AUTOR:

Lic. Aurora Lucero

Psicóloga

MN: 40.608

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