Al hablar de accidentes hay dos cuestiones que debemos considerar. La primera es que el hogar es el lugar donde la gente se siente más segura, pero irónicamente es el lugar donde más accidentes se producen.
En segundo lugar, sabemos que para la mayoría de las personas los accidentes son una desgracia, producto de la mala suerte o del destino, y con este pensamiento mágico será imposible prevenirlos. Los accidentes no son una desgracia, producto de la mala suerte o del destino.
Los accidentes son una enfermedad prevenible. Si pensamos en un accidente como una enfermedad, estaremos en mejores condiciones para prevenirlos. Pensemos por ejemplo en una neumonía. La neumonía es una enfermedad infectocontagiosa, causada por una bacteria llamada neumococo. No siempre que uno o una está en contacto con el neumococo se enferma. Existen factores PREDISPONENTES que pueden hacer que te enfermes más fácil. Por ejemplo, si no tenés la vacuna o estás con mucho estrés y con las defensas bajas, o tomaste corticoides o tomaste mucho frío o fumás, vas a tener muchas más probabilidades de contagiarte la neumonía. De la misma manera, si los niño o las niñas están en la cocina sin supervisión, si hay cables colgando, si hay estrés en la familia, o un niño o una niña con hiperkinesis, hay muchas más posibilidades de que se produzca un accidente.
Por este motivo, las sociedades científicas no hablan más de accidentes, sino de “lesiones traumáticas no intencionales”, y de esta manera podremos entender mejor el concepto de prevención de accidentes.